¿Qué acaba de pasar? ¿Qué acabo de leer? ¿Qué es esta maravilla?
Sabía que Nell Leyshon escribía bien, pero este libro me ha parecido de otro mundo: cómo está narrado, cómo está estructurado, cómo está pensado, cómo está sentido.
Avanzas y parece que retrocedas. Retrocedes y parece que avanzas. Tiene unos protagonistas reales, profundos, sensibles. Es imposible no contagiarte de todo lo que se vive.
El contexto histórico es este: una Varsovia asustada por el régimen alemán. Una familia escondida en casa que debe convivir y pasar inadvertida. El objetivo principal: ocultarse de la guerra.
Y en esa familia se hace una clara distinción. Tenemos, por un lado, a una madre, pendiente de un hijo. Por el otro lado, a ese hijo, dependiente de esa madre.
Él es una dualidad en sí mismo; ella también. Él es alguien curioso, distinto para la edad que tiene. Le llaman soñador. Ella lo ha perdido todo gestándolo a él. Se siente culpable, entregada y perdida. Intenta sobrevivir, sin más. Hasta que de repente todo cambia.
(No puedo seguir sin hacer spoiler, y creo que nadie se merecería semejante salvajada).
Hacía tiempo que no leía un libro tan inteligente: la manera que tiene la autora de llevar a sus protagonistas por donde quiere -o a lo mejor de llevarlos al único sitio donde podía llevarlos-; de refugiarlos y de cuidarlos.
La manera de emocionarte y el estilo que utiliza Nell: capítulos en los que tu lectura es pausada y, sin embargo, al cabo de un segundo empieza a acelerarse. La manera de narrar primero el futuro, luego el pasado y nuevamente el futuro. Esto aporta dinamismo a la obra; da miedo, ganas de seguir leyendo, ganas de que no acabe nunca.
Uf. Pocas veces me ha ocurrido esto: ganas de que no acabe nunca.
“-Mira. -Joanna señala. Hay una grieta en la pared, y polvo saliendo de ella y cayendo en la madera del suelo-. Está por todas partes. -Su voz ha subido un tono, está intentando alzar el vuelo. -Ya lo sé -dice Zofia, bajando la voz en respuesta-. Pero no es más que polvo. -El polvo es la sangre de la casa -dice Joanna-. Sale de las heridas.”