14 junio 2020

ELLAS HABLAN

MIRIAM TOEWS

“Ellas hablan” es, en sí, un juicio de valor (y de valores). El relato se centra en tomar la decisión correcta; en no equivocarse.

Después de años de convivencia, una colonia menonita de Molotschna se da cuenta de que, por las noches, los hombres de la aldea drogan a las mujeres y las violan. No obstante, las víctimas, presas de un miedo cultural, religioso y casi (in)humano, se ven envueltas en un mar de dudas cuando deben decidir qué hacer: si quedarse y perdonar, quedarse y luchar o irse y dejarlo todo atrás.

El libro es feminista y revolucionario. También es irónico (aunque de buenas a primeras parezca que no puede serlo). Está lleno de diálogo inteligente, anecdótico. Para mí, no obstante, lo más bello es ver que el narrador es el único hombre capaz de comprenderlas; el único que es invitado a oír sus conversaciones y a entrar en su mundo. Esa admisión me ha producido una ternura infinita, puesto que, además, August, la voz narradora, es con quién más he podido confraternizar.

No es un libro fácil. El hecho de que durante toda la novela se hable del mismo tema y se pase por encima de las mismas cuestiones una y otra vez llega a hacerse un poco monótono y pesado. Son 200 páginas que no hablan tanto de los engaños de una comunidad, sino más bien de cómo actúan las víctimas ante esos abusos. Y por lo que podéis imaginar, cada una lo hará de manera muy distinta. Así que hay incertidumbre para rato.

Pensar que la obra está basada en actos reales me pone los bellos de punta (estoy entre histérica y de mal humor). En mi opinión, es una novela lenta que precisa de una lectura, asimismo, pausada y concienzuda. De hecho, ¿no es de esta manera cómo deberíamos tomar nuestras propias decisiones? Quizá, ahora que lo pienso así, desde este nuevo punto de vista, el libro es una lección.