27 agosto 2019

UNA MADRE

ALEJANDRO PALOMAS

Este año podría decir que Alejandro Palomas se está convirtiendo en mi autor revelación: primero conocí a Guille, luego a Nazia y ahora a Amalia y su familia. Y aunque no estoy leyendo las publicaciones siguiendo su cronología literaria, mi admiración por este escritor va in crescendo.

Cuando estás inmerso en la historia de “Una madre” es inevitable que te imagines compartiendo mesa con los miembros de esta familia: con los dos perros, con el tío, con el padre ausente, con la novia remilgada, con las hermanas, con Fer y con su madre. Es tan fácil imaginarlo y tan fácil quererlos. Sentarse con ellos y hablar sin hablar. Querer contarles todos tus secretos pero con miedo a desnudarte. Si pudiera, yo me sentaría al lado de Fer para darle la mano y decirle que todo va a salir bien. Seguramente, a mi otro lado, estaría la silla de las ausencias; esa silla que se pone para todos aquellos que un día estuvieron sentados en esa misma mesa, pero que ya no están.

Hace poco leí “Ama”, de José Ignacio Carnero y me enamoré. Hoy termino “Una madre”, de Alejandro Palomas y me he vuelto a quedar prendada. El personaje de una madre, de nuestras madres, puede ser tan importante que nunca habrá suficientes novelas para expresar lo que nos hacen sentir. Y en esta, Amalia nos hace reír, nos hace llorar y nos hace de guía. Hace de todo. Lo hace todo. Hace de luz.