Ay, querida Eva, si es que era muy difícil después de lo que hiciste. “Permafrost” (Permagel) me llegó al alma de una manera rápida y fulminante. No tuve tiempo de pensar, que mi yo interior ya había cambiado. Tu manera de escribir, tan rítmica, tan instintivamente musical, tan poética, se entrelazaba con una prosa inteligente que me cautivó desde la primera página y me hizo replantearme cómo tiene que ser la escritura en general. Esa mezcla de expresiones lingüísticas era lo que encontré en la primera novela y lo que esperaba encontrarme en la segunda. No obstante. Jo. Boulder.
En mi opinión, el equilibrio se pierde un poco. Es más un poema que no un relato. Y no digo que sea malo y que el poema no esté bien escrito -qué va, eso es imposible-; digo que esperaba la misma proporción armónica de la primera vez. Y no ha sido así. Me he visto inmersa en un constante tintineo poético que a veces me ha cansado y del que no he entendido el sentido. Me costaba seguir algunas partes; me desconcentraba que hubiera tanto esfuerzo para brillar poéticamente y que a su vez se quisiera explicar una historia. Sin embargo, hay momentos en los que la consonancia vuelve a brillar (justo al final del libro) y todo vuelve a ser maravilloso otra vez.
Boulder es una reafirmación de lo que somos. Es la manifestación de nuestro instinto primario; de nuestros verdaderos deseos; de cómo somos en realidad. Boulder podríamos ser todos en un momento de nuestras vidas: perdidos, abandonados, solitarios, agradecidos, asqueados, fugitivos. A algunos, vivir -y ser- así, les gustará más; otros, en cambio, lo odiarán. A la protagonista le gusta (a mí también). Pero el mundo se detiene cuando se ve emocionalmente forzada a ser algo que ella no quiere ser. ¿Qué pasaría si nos encontráramos en su situación? ¿Mataríamos a nuestro instinto? ¿Haríamos algo que no quisiéramos hacer por alguien y dejaríamos de ser nosotros mismos?
Hay un tercer libro en camino y va a ser el que cierre este proyecto literario de Baltasar. Yo solo espero que no se esfuerce tanto en el ornamento y que encuentre ese equilibrio que la hace especial. Que encuentre una buena historia que funcione y que sepa aliñarla bien con ese toque, tan característicamente suyo. Pero que no la inunde de ello, por favor. Todos sabemos que el vinagre en abundancia acaba por insensibilizar sabores.